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Insulina: A cien años de un descubrimiento fundamental

Insulina: A cien años de un descubrimiento fundamental

Mientras 2021 será el segundo año de la pandemia de Covid-19, hay otra epidemia de la que ya hemos hablado: la de diabetes, que afecta a cerca de 500 millones de personas en el mundo (cerca del 8% de la población global) y que ha tenido distintas noticias a lo largo de este año: el incremento a raíz de la pandemia de Covid-19, los efectos específicos, las comorbilidades o los tratamientos específicos. Pero hay otro elemento que hace de 2021 un año especial: el centenario del descubrimiento de la insulina.

Hace 100 años un diagnóstico de diabetes era un problema mucho más grave que hoy: era casi una condena. Pero en ese año, luego de muchos avances previos como en todo desarrollo científico, se instituyó el mayor descubrimiento para los pacientes con diabetes: la insulina, origen y solución de muchos de sus inconvenientes.

Mucho antes de ese año, en 1869 un científico alemán, Paul Lagerhans, había descubierto células específicas del páncreas -llamadas islotes- que son las que producen la insulina, aunque él no lo sabía. En efecto, ni siquiera existía la palabra, que sería acuñada cuatro décadas más tarde por Jean de Meyer, cuando comprendió que esa serie de células islas producían una sustancia especial a la que denominó insulina porque provenían de esa ínsula (islas).

Desde su descubrimiento trabajaron en animales para ver qué pasaba con o sin páncreas, con o sin esa sustancia. La alteración de valores de la glucosa en sangre eran notorios, pero aún no lograban utilizar la insulina en modo terapéutico. Ahí es cuando aparece la figura clave de Frederick Banting, un cirujano canadiense que empezó a trabajar en el verano de 1921 para intentar aislar esa sustancia específica producida en los islotes de Langerhans, en el páncreas. Junto a su alumno Charles Best lograron, en ensayos con perros (es famosa la primera perra que obtuvo resultados positivos, llamada Marjorie), reducir la glucosa en sangre aplicando esa sustancia, lo que llevó a que otros científicos buscaran aislarla en el organismo de otros animales. 

John Macleod, jefe del laboratorio en el que trabajaba Banting, presentó esa investigación en diciembre de 1921 bajo el nombre de ‘La secreción interna del páncreas’ y aunque no despertó gran interés, sí cautivó a un laboratorio que puso el foco en una eventual comercialización del producto. El año siguiente comenzó a probarse con resultados dispares y suscitó una serie de disputas entre los médicos, incluido un cuarto actor, James Collip, que limpió de contaminantes el extracto. La participación de este cuarto actor es clave, porque la insulina obtenida hasta entonces había ocasionado intoxicaciones y reacciones en distintos animales, aún era o bien impura o bien tóxica. Collip, bioquímico y experto en purificación de sustancias, pudo trabajar la insulina para limpiarla de toxinas y hacer de ella una sustancia de uso seguro.

Todos los aportes fueron claves: en 1923, Banting y MacLeod recibieron el Nobel de Medicina por su descubrimiento, y reconocieron a Best y Collip.

Los desarrollos posteriores mejoraron la técnica, potenciaron sus posibilidades, la efectividad y todo lo relacionado a la aplicación del extracto, pero sin ese descubrimiento ahora centenario, nada habría sido posible. Uno de los descubrimientos más importantes de la humanidad.

¿Cómo actúa la insulina?

Junto al glucagón, las dos hormonas producidas por el páncreas regulan el nivel de glucosa en sangre. Si bien en principio los médicos utilizaron insulina animal -vacuna y porcina-, luego se desarrollaron técnicas químicas y genéticas para la producción de insulina humana más pura, a partir de la insulina animal.

La aplicación por medio de inyecciones y aplicadores -porque la insulina es destruida en el estómago y no puede administrarse por vía de ingesta oral- es desde hace décadas el tratamiento que mejoró la vida de los pacientes con diabetes. Fue descubierta hace 100 años y la evolución tecnológica ha avanzado vertiginosamente, permitiendo tratamientos y modos de aplicación cada vez más ajustados, amables y menos incómodos. Autoadministrados, además. Todo ello provocó un aumento en la tasa de adherencia de pacientes al tratamiento terapéutico de diabetes con insulina.

Es esperable, dado los estudios, desarrollos e investigaciones en curso, que los modos de aplicar y usar la insulina seguirán evolucionando: por eso es clave recordar el proceso y la historia que llevaron a que desde hace 100 años la insulina pueda mejorar la vida de las personas con diabetes.

Fuentes: Fundación Española de Diabetes, CDC